Armando Calderón / Palestra
El factor Gallardo aparece como el principal obstáculo del priista Enrique Galindo en su pretensión de repetir como alcalde de la capital este 2024.
Mucho se ha hablado de la aspiración legítima del ex Comisionado General de la ex Policía Federal, cuya principal obsesión en su vida política es ganar la gubernatura. El sueño quedó truncado en las elecciones de 2015, cuando el ex presidente Enrique Peña decidió no apoyar una candidatura que tenía ganada a gritos, respaldada inclusive con las encuestas. Pero blandengue como era, Peña se dejó amedrentar dicen, por el ex gobernador Fernando Toranzo, y apaciguó a Galindo.
Para lo que sirvió.
Galindo terminó despedido por Peña, luego de los terribles sucesos en Nochixtlán, de los cuales Galindo ha salido impune. Un operativo de la Policía Federal el 19 de junio de 2016 dejó «ocho personas fallecidas, 103 lesionados, 46 afectados por la exposición a gases lacrimógenos (de las cuales 35 eran menores de edad), y algunos otros por diversas afectaciones en sus propiedades», según la CNDH.
«La comunidad de Asunción Nochixtlán puerta de la Mixteca oaxaqueña, fue atacada por centenares de elementos de las policías municipal, estatal y federal, lo cual violentó los derechos humanos de las víctimas», señaló la CNDH en su reporte. Las víctimas eran profesores que estaban en contra de la Reforma Educativa que quedó sepultada bajo el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Galindo trata de olvidar ese episodio negro en la historia policiaca del país, pero sigue viva, sin castigo penal. No obstante, el neopolítico ganó la alcaldía, ya que Xavier Nava perdió desde que era el anterior presidente municipal, con actuaciones erróneas y decisiones políticas que le ganaron el repudio de los partidos que lo apoyaban y los votantes.
Acostumbrado a engañar, Galindo se ganó en un principio la simpatía del gobernador Ricardo Gallardo e inauguraban obras juntos, fueran hechas por la capital o por el estado. En realidad esto también le convenía a Gallardo, quien ha demostrado ser un político con mucho olfato para obtener las simpatías del pueblo. En la guerra de las encuestas, ambos aparecen bien posicionados, pero el gobernador es más popular.
Aún no queda claro si el peso de Gallardo será decisivo para quien abandere a su partido, el PVEM, por la alcaldía de la capital. A pesar de eso, parece estar en el ánimo del electorado capitalino, enterado del actual distanciamiento que tiene con Galindo. Ambos lo niegan, pero las relaciones están rotas y Gallardo sigue empujando en la capital con más obras, entrega de apoyos sociales, espectáculos y todo lo que marca el librito político-electoral.
Si Gallardo logra que quien aparezca en la boleta, sea visto por la ciudadanía como si fuera el propio Gallardo y la oferta electoral es atractiva, es posible que Galindo pierda, en caso de librar el escollo que representa tener contrincantes propios en el PAN, el partido que lo llevó al poder con sus votos y que hoy quieren ser los alcaldes.
Galindo tomó una decisión política con miras a 2027, sabía que ser diputado o senador, lo iba a alejar del electorado. Quién sabe si tomó en cuenta que irse a legislar, iba a dejar el camino libre a Gallardo, pero a final de cuentas de lo que se trata es justamente de eso: de evitar que el gobernador tome por asalto la capital, ya que en un día sí y otro también, Gallardo se esmera en ganar adeptos en toda la metrópoli que incluye a su bastión Soledad de Graciano Sánchez.
La principal deuda de Galindo es la seguridad pública. San Luis Potosí no es de los peores, pero tampoco de los mejores municipios en esta sentida materia. Golpeó mucho a su imagen, asimismo, no haber podido construir el paso vehicular a desnivel en El Saucito, donde su desaseado manejo político embarró a la iglesia potosina. Su programa Vialidades Potosinas ya no es perfecto, algo que le puede a Galindo, aunque no lo manifieste, dada su proclividad a que las cosas salgan como él las piensa. Además, es un agresivo programa de pavimentación que deja de lado al medio ambiente, a los peatones y a los ciclistas, sin obras complementarias que hablen de un proyecto de rescate integral del entorno urbano para que sea más amigable.
Por su parte, Gallardo tiene su propia batería de obras que le generan votos, y va más allá de las pavimentaciones, la atención a la salud, la alimentación y otras necesidades básicas del ser humano; incluye la puesta en marcha de MetroRed, el transporte que si es bien manejado por la secretaria Araceli Martínez, puede convertirse en el modelo que requiere la capital para mejorar el tránsito y el traslado de miles de personas que tanto necesitan de un mejor servicio público de este tipo. A esto se suma la gratuidad en el traslado para miles de jóvenes estudiantes.
En realidad sería ocioso hacer una lista de obras de ambos gobernantes, pero seguro es Galindo quien queda corto, dado que los presupuestos de ambos gobiernos no se comparan.
La competencia real, sin embargo, será la del agua, porque ni Gallardo ni Galindo han podido con el paquete ni con Aquos El Realito, la empresa que la «maldita herencia» dejó a cargo del suministro desde la hoy inactiva presa El Realito. El agua será clave y eso se notó desde la discusión del paquete económico para este año, donde ambos gobiernos votaron en contra de las alzas que proponía el Interapas.
El agua es la llave de las urnas en 2024.
¿Qué se toman?