Mié. Nov 27th, 2024

Palestra / San Luis Potosí

Exponerse a cambios bruscos de temperatura puede provocar parálisis facial, advirtió el director de la Unidad de Medicina Familiar (UMF) No. 47 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en San Luis Potosí, doctor Edgar Roberto Ramírez Olivares.

Explicó que es una enfermedad que tiene diversas causas; se presenta cuando se afecta el nervio facial, lo que ocasiona que el rostro se jale hacia el lado sano; se paraliza y provoca incapacidad para cerrar el ojo, lagrimeo y en ocasiones pérdida del sentido del gusto.

Destacó que, a manera de prevención, resulta indispensable atender las infecciones causadas por el virus del herpes zóster (enfermedad que se manifiesta a través de ampollas dolorosas en la piel), del oído (otitis media) y de la garganta (rinofaringitis), así como evitar cambios bruscos de temperatura y golpes en el oído.

En ese sentido, exhortó a no minimizar o descuidar cualquiera de estas afecciones y acudir al médico para descartar infecciones agudas y crónicas, que, de no ser tratadas a tiempo, pueden progresar y lesionar el nervio facial, lo que desencadena en parálisis.

Añadió que, en caso de confirmarse una otitis media, se debe acudir con el especialista para controlar el padecimiento y que no se vuelva crónico. Si daña el nervio temporal próximo al conducto del nervio facial, lo destruirá y provocará parálisis.

El médico recomendó evitar los cambios súbitos de temperatura, porque afectan las pequeñas arterias del nervio facial, que al pasar de un sitio cálido a uno frío, se cierran y ocasionan la pérdida de la función del nervio.

Otra causa de la parálisis facial, refirió, es lo referente a la infección  en la región del hueso temporal, por lo que quienes practican deportes extremos tienen riesgo de presentarla si se lesionan el conducto óseo, por el que pasa el nervio.

Ramírez Olivares resaltó que la mayoría de las parálisis faciales no tienen una causa aparente y se relacionan en la mayoría de los casos, con la presencia de virus; afecta a niños y adultos de ambos sexos; se autolimita (desaparece por sí sola) en un lapso de tres a cuatro semanas. No obstante, se requiere la revisión y valoración médica, así como seguir el tratamiento e indicaciones del personal médico.