Lun. Nov 25th, 2024

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A principios de cada año, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) examina los riesgos a los que probablemente se enfrentarán los niños y sugiere formas de reducir los posibles daños. El último informe, Expectativas para la infancia 2024: Cooperación en un mundo fragmentado, describe un futuro a corto plazo caracterizado por la persistencia de los conflictos y la incertidumbre económica. He aquí un desglose de las principales tendencias a tener en cuenta.

Según el informe, la posibilidad de conflicto se verá impulsada por la creciente competencia entre las potencias mundiales, amenazando los derechos y la vida de los niños, ya que la violencia y la guerra no solo atentan contra la mera existencia de los niños, sino que desvían recursos destinados a la educación, la atención sanitaria y la nutrición.

El estancado crecimiento económico está socavando años de progreso en cuanto a la reducción de la pobreza infantil, dificultando el acceso de los jóvenes a los mercados laborales mundiales. Si el comercio internacional se ve obstaculizado por la desconfianza y los aranceles del tipo ojo por ojo, diente por diente, los precios de los alimentos podrían aumentar y la nutrición infantil podría verse afectada. La forma de proteger a los niños, según el informe, es la solidaridad económica, la colaboración entre los mercados y la inversión en las competencias del futuro.

El informe expresa su preocupación por el hecho de que un sistema multilateral fragmentado no esté consiguiendo resultados en cuestiones clave para la infancia. Esto puede limitar los esfuerzos para hacer frente a las graves violaciones de los derechos del niño; obstaculizar los esfuerzos para abordar riesgos mundiales, incluida la crisis climática; e inhibir la acción colectiva necesaria para prevenir y poner fin a los conflictos.

El sistema multilateral tiene la oportunidad de restablecer su rumbo en 2024 mediante una acción colectiva más enérgica, la gobernanza mundial y las reformas financieras.

Las economías en desarrollo siguen enfrentándose a desigualdades estructurales fiscales. Esto significa que los recursos, las oportunidades y el poder no se distribuyen equitativamente, lo que limita la capacidad de un país para invertir en la infancia. Como resultado, muchos ciudadanos dependen de las remesas para cubrir sus gastos sanitarios y educativos. Las nuevas tecnologías y reformas de los préstamos podrían ofrecer la esperanza de un futuro más igualitario.

En 2024 se celebrarán decenas de elecciones, y la democracia mundial se enfrentará a riesgos sin precedentes, presentados por la desinformación y la violencia política, que amenazan los derechos y los servicios de los niños.

Los niños y los jóvenes pueden ser especialmente vulnerables a este tipo de violencia, que puede provocar daños físicos o emocionales, interrupción de los servicios públicos, cierre de escuelas y hasta la muerte. Los jóvenes expresan su descontento con la democracia, pero canalizan su energía hacia la acción cívica constructiva y el activismo en línea.

La transición acelerada hacia la energía verde está reconfigurando los mercados laborales y de minerales críticos, lo que conlleva beneficios significativos para niños y jóvenes, pero también riesgos, ya que están expuestos, por ejemplo, a prácticas laborales nocivas en las comunidades mineras.

La transición ecológica también altera sus posibilidades de empleo en la economía verde, y supone un reto para los gobiernos a la hora de abordar las necesidades de educación y capacitación. Pero, si se gestiona de forma responsable, cooperativa y justa, esta transición puede ser positiva para los niños.

El Niño, las enfermedades transmitidas por mosquitos y la escasez de agua también amenazarán la salud y el bienestar infantil, y conducirán a la inseguridad alimentaria, el aumento del riesgo de pobreza alimentaria infantil y la migración forzada. Una mayor colaboración transfronteriza en la gestión de los riesgos medioambientales y la innovación tecnológica pueden mitigar los efectos negativos.

Por último, las posibles repercusiones de las tecnologías no controladas, incluida la inteligencia artificial (IA), están reavivando el miedo y la preocupación por el bienestar de los niños. Las nuevas políticas y normativas, si se centran en los niños y se diseñan de forma responsable, pueden ofrecer oportunidades y minimizar los efectos negativos.

La conclusión a la que llegan los autores del informe es que el mundo se enfrenta a la disyuntiva de elegir entre un futuro de fragmentación y división, o uno de colaboración y cooperación, en el que se aprovechen las oportunidades para forjar un mundo más seguro y equitativo para los niños.

Sostienen que con la renovación del espíritu de cooperación previsto por el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, las reformas financieras, la responsabilidad política, la solidaridad y políticas sociales proactivas, los niños pueden heredar una sociedad inclusiva y resistente.