Héctor U Tello B.
La cara de Norma Piña debió estar en modalidad de atónita, como un meme.
Su fiel escudero legal tuvo un momento de cordura. El magistrado José Luis González Alcántara fue claro: “la sala superior del TEPJF es la única facultada para revisar la asignación de diputaciones y senadurías.” No la Corte. ¡Toing!
Se había desactivado lo que Norma Piña pretendió pasar unas horas antes como “Golpe Técnico” contra este Gobierno y diría más, contra los 36 millones votantes de Claudia Sheinbaum. El lawfair, esa figura corrupta de jueces, oligarcas y políticos derechistas, que ha funcionado tan bien en Sudamérica en México parece que no; o más bien creo yo, el miedo no anda en burro, lo guarda uno como un reflejo defensivo.
La figura de contradicción de criterios (cuáles me pregunto) dura al menos 365 días en un proceso ante la corte, pero Norma Piña tardó 365 minutos en recibirla de parte del inútil Marko Cortés, recepcionarla y turnarla a González Alcántara, pero este le dijo: ¡ay ya no mames!
Hay que recordar que González Alcantara fue quien prestó su casa en diciembre pasado para que Norma Piña reuniera a magistrados de la sala superior del tribunal para advertirles que los tenía “vigiladitos” y ejercer presión en ellos en las próximas elecciones, y como testigo de ello invitó a ese prócer de la democracia que le dicen Alito, y es que Santiago Creel seguía llorando, viéndose en el espejo y no, no llegó.
¿Hasta dónde es capaz de llegar Norma Piña?
Respuesta:
Hasta el 2025, que nos daremos el gusto de mandarla al baúl de las anécdotas, como libro de “Jumanji” que no conviene volver abrir.