Palestra / La Ratonera
Nuevamente el alcalde de San Luis Potosí, Enrique Galindo Ceballos, se pasó de vivo con el municipio de Villa de Pozos al dejarlo sin los servicios básicos de agua potable y recolección de basura, lo que podría derivar en problemas más graves, como la salud pública.
El señor simplemente esperó a que llegara el 1 de octubre para deslindarse y no renovar los acuerdos para mantener atendida a la población en tanto el Concejo Municipal se asienta en sus funciones constitucionales.
Cabe preguntarse de qué sirvió que el Congreso del Estado autorizara en el decreto de creación del nuevo territorio autonómo el apoyo de la capital a través de convenios con Galindo y el propio gobernador Ricardo Gallardo Cardona «para garantizar la continuidad de las funciones y prestación de servicios públicos» después del 30 de septiembre, porque terminó en letra muerta en perjuicio de la población.
Y no sólo era la basura y el agua potable, sino el alumbrado público, mercados, panteones, rastros, calles, parques, jardines, estacionamientos, cultura, recreación, deporte y hasta la seguridad pública. ¿Galindo callará como momia?, porque para ser gobernador también debería echarle la mano a Pozos, a menos que ya dé por perdidos los miles de votos que podrían surgir de ahí para 2027 en sus sueños guajiros de ser gobernador.
Veremos si la secretaria de Cultura, Claudia Curiel de Icaza -con la venia de la presidenta Claudia Sheinbaum-, mueve al delegado del INAH en San Luis Potosí, Hugo Cotonieto Santeliz, quien asumió el cargo que dejó Juan Carlos Machinena en su aventura por buscar a gubernatura, para luego sumarse al gabinete estatal como secretario de Turismo, donde duró muy poco.
Y es que el gobernador Ricardo Gallardo está que trina contra Cotonieto, porque no lo deja hacer obras en sitios históricos, con argumentos que el funcionario federal no ha hecho públicos, por lo que el mandatario potosino atribuye esta posición a que responde a la «maldita herencia», es decir, los políticos del pasado que no quieren el progreso de la capital potosina.
En realidad el principal problema fue el retiro de adoquines del barrio de San Miguelito, por estar en el Centro Histórico, aunque son obsoletos en vialidades modernas. El INAH protegió esas piedras como si de pirámides se tratara o algo así de valioso culturalmente hablando, por lo que Cotonieto debería dar la cara y dar explicaciones.
Por otro lado, la remodelación de la Alameda Juan Sarabia también la tiene detenida el INAH, aunque la verdad, lo que más urge solucionar es el cruce peatonal del barrio El Montecillo a la Alameda, porque el bajopuente Manuel J. Othón debido al ferrocarril, es un verdadero viacrucis para miles de habitantes que además, enfrentan inseguridad, al ser una boca de lobo.
El que anda muy gallito en el PRI, pero sin espolones, es el alcalde Enrique Galindo, quien dice que «no me gusta» lo que hace el instituto político al que pertenece desde hace décadas, ahora bajo la dirigencia de la diputada local Sara Rocha Medina.
Tampoco está de acuerdo en la reelección de Alejandro Moreno Cárdenas, alias Alito, como dirigente del tricolor a nivel nacional.
¿Entonces qué hace Galindo ahí?, pues nada, sólo intentar meter ruido, porque no tiene los arrestos para renunciar antes que lo expulsen.
Debería tomar el ejemplo del histórico Manlio Fabio Beltrones que ayer, en congruencia a sus posturas de la no reelección de Alito, determinó «separarme de los trabajos y deslindarme de las acciones de la dirigencia del partido», lo que el mundillo político interpretó como una renuncia. Además, Galindo tiene las puertas abiertas de Morena, donde la presidenta estatal Rita Rodríguez parece desesperada por ficharlo, aunque no cumpla ninguno de los preceptos heredados por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien nunca se cansó de afirmar que la Policía Federal de Galindo era corrupta.