Sáb. Nov 23rd, 2024

Palestra / San Luis Potosí

El doctor Fernando Díaz Barriga, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), destacó la urgente necesidad de abordar la crisis del agua en el estado con una perspectiva integral y coordinada; además de que la contaminación de este recurso crea un problema que afecta, en particular, a los infantes en su desarrollo cognitivo.

Destacó que el impacto de la contaminación no se limita a problemas físicos, pues uno de los mayores problemas en San Luis Potosí derivado de la exposición al arsénico y el flúor en el agua es una disminución en el coeficiente intelectual de los niños.

“Estamos viendo una reducción irreversible en la inteligencia, lo que provoca fracaso escolar y laboral, y esto puede convertirse en una fuente de violencia», advirtió.

Este fenómeno, que también se ha presentado en otros países, es motivo de preocupación en la entidad potosina, especialmente en el municipio de Villa de Reyes, la zona norte de la ciudad y en comunidades marginadas del Altiplano, donde la exposición a estos contaminantes es alta y persistente.

El doctor Díaz Barriga señaló que la gestión del agua requiere una visión de largo plazo y una perspectiva de equidad transgeneracional. “Este es un problema de todas las regiones del estado. Si no tomamos medidas ahora, serán las futuras generaciones las que paguen las consecuencias”, afirmó.

Lamentó que se deje la responsabilidad solo a las administraciones municipales, pues el liderazgo debe ser estatal, con una visión horizontal y de largo plazo, que no sólo se enfoque en las necesidades actuales, sino también en el bienestar de futuras generaciones.

«En San Luis Potosí tenemos menos agua de lo normal, pero en Ciudad Valles, por ejemplo, hubo días sin suministro el ciclo anterior; en el Altiplano, muchas comunidades han padecido esta crisis desde hace décadas», explicó.

En lo particular, dijo que, en la zona Media, la presencia de plaguicidas es motivo de preocupación, mientras que, en el Altiplano y la zona metropolitana, el arsénico y el flúor son los contaminantes predominantes.

Además, esta última se enfrenta a un problema más reciente y alarmante: la contaminación por uranio, que afecta principalmente a los riñones; a esto se suma la presencia de plásticos y sus aditivos, así como de descargas orgánicas que, debido a fracturas geológicas, se filtran hacia el manto acuífero subterráneo, agregó.El especialista en temas ambientales subrayó la falta de atención en cuanto a la calidad del agua, “abrir pozos no basta, es necesario garantizar que sea segura para el consumo” y debe ser parte de las acciones a seguir.