Paolo Ondarza / Ciudad del Vaticano
«Una elección que expresa el amor a la Virgen y cuánto la fe tiene de dimensión popular, carnal, material. El amor a Dios pasa a través de Ella, que nos dio a Jesús». Así comenta monseñor Andrea Lonardo, director de la Oficina para la Catequesis y el Catecumenado de la diócesis de Roma, el deseo expresado por Francisco de ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor. Una expresión del amor del Papa por la «Iglesia popular».
«Nuestra teología -observa Lonardo- es a veces aristocrática, desdeñando el rosario, la oración de la gente sencilla que se dirige a la Virgen. Pensemos también en la estatua de San José dormido, el santo que oye los sueños: el Papa la tenía sobre su escritorio y le confiaba notas con sus oraciones. Todo esto no está en contradicción con la cultura. En una entrevista reciente, el Papa Francisco dijo que no quería «sacerdotes burros». Dijo: ‘No podemos formar sacerdotes que no conozcan la literatura, a Dostoievski, porque la literatura ayuda a comprender al hombre’. Durante la Convención Nacional de la Iglesia italiana en Florencia, en 2015, invitó a mirar a don Camilo que hace equipo con Peppone: un personaje inventado, pero que, subrayó, hace muy bien».
Por encargo y con el dinero de los papas, porque las basílicas anteriores, constantinianas, habían sido pagadas por el emperador. Fue reconstruida un año después del Concilio de Éfeso, en 431. Sixto III quiso dedicarla al culto de la Virgen María en el 432, porque la terminología «María, Madre de Dios» había sido defendida en Éfeso. En el dogma cristológico de Nicea en 325, cuyo aniversario cae este año, se afirmaba que Cristo es verdaderamente Dios. María no es sólo la Madre de Jesús, sino que es la Madre del Hijo de Dios hecho carne, por lo que hay que decir que la Virgen es la Madre de Dios. El Papa quiso reconstruir esta iglesia en el año 432 para que toda Roma recordara con una basílica la importancia de Nuestra Señora, Madre de Dios, de Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Hay siete Papas enterrados en la Basílica y el Papa Francisco será el octavo. Es hermoso pensar que será enterrado junto a Honorio III, el Papa aprobó la regla de los franciscanos. San Francisco acudió a Honorio III, que aprobó su regla y le pidió la indulgencia de la Porciúncula. En el documento de proclamación del Jubileo, el Papa Francisco recuerda que el Jubileo llega después de la experiencia del Papa Celestino, de la experiencia de Santiago de Campostela y de la experiencia de Francisco de Asís.

También está enterrado en Santa María la Mayor el primer Papa franciscano, Nicolás IV, que encargó los mosaicos del ábside a Jacopo Torriti, un mosaiquista que quizá perteneció a la Tercera Orden franciscana. El mosaico del ábside es bellísimo: Cristo corona a la Virgen.
Esa coronación es una imagen esponsal. Describe la ternura de la que habló el Papa Francisco: una imagen nupcial. La Virgen representa a toda la Iglesia que celebra sus nupcias con Cristo. Cristo tiene un libro en el que están las palabras del Cantar de los Cantares: «Ven elegida mía y te pondré en mi trono».
Sí, el Papa Francisco dijo que frente a «La vocación de San Mateo» de Caravaggio meditó sobre el lema que eligió Miserando atque eligendo: es decir, Dios tiene misericordia y te elige. Tiene misericordia no sólo porque se apiada de ti, sino también porque te considera una piedra preciosa para su obra. Una misericordia que te implica, como a Mateo, que era rico, era pecador, era publicano. En el interior de Santa María la Mayor están enterrados Clemente VIII y Pablo V Borghese. Caravaggio hizo un retrato de Pablo V Borghese, el Papa que quiso la Capilla Paulina fuera de la cual se está montando estos días la tumba del Papa Francisco.
Pablo V permitió a Caravaggio ingresar en los Caballeros de Malta. Hay documentos en el archivo en los que el Gran Maestre ruega al Papa que permita que un asesino, que es claramente Caravaggio, se convierta en caballero. Y Caravaggio en la ‘Decapitación del Bautista’ firmará él mismo ‘f’, es decir, ‘Fra’ Michele Angelo’, tan agradecido está al Papa, a los Caballeros de Malta, que le protegen mientras está en el exilio, tuvo que huir de Roma por el asesinato que cometió.

También en esta capilla hay una Virgen muy especial pintada justo en la parte superior del techo, la llamada Virgen Galileana pintada por Cigoli en 1611. En 1609, Galilei había visto por primera vez la Luna con sus cráteres. Era la primera vez en la historia de la humanidad que la Luna podía verse de cerca con las lentes utilizadas por Galileo. Dos años más tarde, en la capilla de Pablo V, la luna, sobre la que se alza la Virgen, fue pintada por Cigoli con el permiso del Papa, con cráteres. Es una señal de que la Iglesia aceptaba la empiria, la observación.
Esta historia es muy interesante: se trata del embajador del rey del Congo que vino a Roma en 1607, también durante los años de Caravaggio. Se llamaba Antonio Emanuele Ne Vunda. Tuvo una serie de percances en su viaje, fue saqueado por piratas y llegó febricitante a Roma, donde murió en 1608. El Papa decidió hacerle una tumba justo dentro de la Basílica, en la antisacristía, donde hay un mármol negro para representar su tez con dos ojos muy blancos. Vino a pedir al Papa protección contra los colonizadores portugueses y, de hecho, el reino del Congo es el primer reino cristiano de África después de Etiopía.
Sí, la Salus Populi Romani es un icono muy antiguo, aunque menos de lo que se creía hace muchos siglos: se creía que era una imagen acheropita, no pintada por manos humanas, atribuida a San Lucas. Representaría a la Virgen con el Niño, pintada directamente por el evangelista. Probablemente data de finales de la Edad Media. Representa precisamente una síntesis de la imagen conocida como Glicofilusa, es decir, de la ternura. Es una Virgen dulce con el Niño, con una mirada, también él, muy dulce. Es la ternura de la que tantas veces nos ha hablado el Papa Francisco, pero también es la Odigitria, la que señala la salvación. Cristo es la Palabra, de hecho, tiene el libro: significa que por primera vez el Verbo se hace carne. Ella es la Salus Popoli Romani, la imagen a la que el Papa Francisco está muy unido porque pedía la salvación para sí mismo, para la Iglesia, para el mundo entero, para los pobres, para los emigrantes. Es la imagen a la que todo el pueblo romano hizo voto en 1944, cuando pidió que Roma se salvara en el paso de la guerra, como de hecho sucedió. Es la imagen para pedir, de esta manera «popular», verdadera, porque la Virgen es verdaderamente la Madre del Hijo, la salvación de la humanidad.