Palestra / Vatican News
La fumata blanca de la chimenea de la Capilla Sixtina a las 18.07 acaba de anunciar a los fieles y al mundo que ha sido elegido un nuevo Obispo de Roma, sucesor de Pedro. Pero, ¿qué ocurrió bajo las bóvedas pintadas al fresco por Miguel Ángel pocos minutos antes, y qué sucederá hasta el anuncio del nombre del nuevo Papa, pronunciado después del “Habemus Papam” desde la Logia de las Bendiciones de la Basílica de San Pedro por el cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti?
El rito de la aceptación
Según lo establecido y regulado por el Ordo Rituum Conclavis y la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, un cardenal presente en la Capilla Sixtina ha alcanzado la mayoría requerida, y la elección se ha realizado canónicamente. El primero de los cardenales por orden y antigüedad —o, si él es el elegido, el segundo—, en nombre de todo el Colegio de Electores, ha preguntado en latín al elegido: «¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?» Y, apenas recibido el consentimiento, le ha formulado la pregunta: «¿Con qué nombre deseas ser llamado?».
Entonces, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y en presencia de dos ceremonieros como testigos, ha redactado un documento que certifica la aceptación del nuevo Pontífice y el nombre que ha elegido.
Conclusión del Cónclave
El Cónclave, según especifica la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, concluye una vez que el nuevo Papa da su consentimiento a la elección, “a menos que Él disponga otra cosa”. A partir de ese momento, pueden ingresar a la Capilla Sixtina el sustituto de la Secretaría de Estado, el secretario para las Relaciones con los Estados y cualquier otra persona que deba tratar con el Pontífice electo los asuntos necesarios en ese momento.