Palestra / Internacionales
El humo blanco iluminó el cielo nocturno del Vaticano. En la Plaza de San Pedro, miles de fieles contuvieron el aliento hasta escuchar las palabras que marcaron el inicio de una nueva etapa para la Iglesia católica: Habemus Papam. Era oficial: el cardenal Robert Francis Prevost había sido elegido como el nuevo Sumo Pontífice, adoptando el nombre de León XIV.
Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el nuevo papa ofreció su primer mensaje al mundo, un discurso cargado de espiritualidad, esperanza y un llamado urgente a la paz y la unidad.
«La paz esté con ustedes» —dijo al iniciar, evocando las palabras del Cristo resucitado—. «Quisiera que este saludo llegue a sus corazones y familias, dondequiera que se encuentren».
El papa León XIV continuó su mensaje con serenidad y convicción:
“Queridos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo resucitado y buen pastor que ha dado la vida por el rebaño de dios, quisiera que este saludo de paz llegue a sus corazones, les alcance a sus familias, en donde quiera que se encuentren, en todos los pueblos. La Paz esté con ustedes.”
Luego agregó:
“Esta es La Paz de Cristo resucitado, una paz desarmada y desarmante que proviene de Dios, de Dios que nos ama a todos incondicionalmente.”
Con gratitud hacia la comunidad que lo vio crecer en la fe, afirmó:
«Un pueblo fiel, ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo la Iglesia fiel de Jesucristo”.
Un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia
El pontificado de León XIV comienza en un momento crucial para la Iglesia católica: marcado por desafíos internos, necesidad de renovación y la búsqueda de una voz clara en tiempos inciertos. Su elección no solo representa un cambio de liderazgo, sino una esperanza real de transformación.
Con voz pausada, cerró su mensaje con una súplica sencilla y poderosa:
“Les pido que recen por mí. Que caminemos juntos, con fe, con ternura, con coraje. La Iglesia está viva”.
Con estas palabras, León XIV no solo se presentó ante el mundo, sino que dio inicio a un pontificado que promete estar marcado por cercanía, humildad y decisión. El mundo escucha. La Iglesia camina. Y un nuevo capítulo ya está en marcha.