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En una final para la historia, Carlos Alcaraz conquistó su segunda corona en Roland Garros y se convirtió en bicampeón tras vencer al italiano Jannik Sinner por 4-6, 6-7(4), 6-4, 7-6(3) y 7-6(2) en cinco horas y 32 minutos, el duelo más largo en la historia del torneo parisino.
El duelo entre el número 2 del mundo y el recién estrenado número 1 marcó el primer capítulo de una rivalidad que promete dominar el tenis mundial durante años. El español, con apenas 21 años, ya suma cinco títulos de Grand Slam, superando los tres que ostenta su rival italiano.
Lo que parecía perdido se transformó en una remontada de leyenda. Sinner tomó una ventaja de dos sets a cero con un tenis implacable, mezcla de potencia y precisión robótica. Pero Alcaraz resistió, salvó tres puntos de campeonato en el cuarto set, y empezó a inclinar la balanza con una inteligencia táctica que recordó al mejor Nadal. Supo variar alturas, velocidades y se apoyó en una derecha demoledora que desgastó al italiano punto a punto.
La tensión creció a cada instante. Alcaraz logró quebrar el servicio de Sinner en el inicio del quinto set, pero el italiano, fiel a su apodo de «La Macchina», resurgió con un quiebre para igualar 5-5. La batalla no podía tener otro desenlace que un super tiebreak. Y allí, el español sacó a relucir su temple de campeón, tomando los primeros siete puntos y sellando el título con autoridad por 10-2.
«Vamos ahora», gritó Carlitos en el set final, gesticulando a su palco en un momento decisivo. Su entrenador Juan Carlos Ferrero, pieza clave en su desarrollo, lo animó durante los tramos más duros: «Aguanta como sea». Y aguantó.
Este título en París confirma lo que ya se vislumbraba en la gira de arcilla, donde Alcaraz ganó en Montecarlo y Roma: hoy por hoy, es el mejor jugador del mundo sobre tierra batida. Su victoria no sólo lo consagra como campeón de Roland Garros, sino que también confirma su lugar entre los grandes de la nueva era del tenis.
Alcaraz, con apenas 21 años, ha dejado claro que está listo para dominar este deporte. El trono de París repite rey.