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La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) pidió reformas urgentes de la arquitectura mundial de la deuda para evitar una crisis generalizada de la deuda entre los países en desarrollo.
El organismo señaló que, a raíz de la pandemia de COVID-19, la deuda soberana externa de los países en desarrollo (fondos prestados en moneda extranjera) aumentó un 15,7% hasta alcanzar los 11,4 billones de dólares a finales de 2022.
Para los expertos es igualmente alarmante el aumento de los costes del servicio de la deuda. Los países de renta baja y media-baja, que se endeudaron cuando los tipos de interés eran bajos y los inversores se mostraban muy interesados, gastan ahora en torno al 23% y el 13% de sus ingresos por exportaciones, respectivamente, en amortizar su deuda externa.
«Para ponerlo en perspectiva, después de la Segunda Guerra Mundial, la proporción de los ingresos de exportación destinados al servicio de la deuda de Alemania se limitó al 5% para contribuir a la recuperación de Alemania Occidental», afirmó la responsable de la Subdivisión de Políticas Macroeconómicas y de Desarrollo del organismo.
«Es necesario un enfoque de la deuda centrado en el desarrollo», aseguró Anastasia Nesvetailova. En este sentido, una recomendación clave en el último informe de la UNCTAD es impulsar los préstamos con tipos de interés más bajos y plazos de amortización más largos y las subvenciones. Esto podría hacerse aumentando el capital de base de los bancos multilaterales y regionales para ampliar su capacidad de préstamo.