Mar. Nov 26th, 2024

Daniel Esparza / Aleteia

Decir adiós es un rasgo humano, incluso una necesidad. En todas las culturas e idiomas, las palabras de despedida tienen el peso paradójico tanto de la conexión como de la separación. Decimos adiós a los que queremos, a los que no queremos tener lejos.

Descubrir los significados etimológicos y los orígenes de algunas de nuestras formas de desear lo mejor a alguien cuando se va ofrece una visión reveladora de cómo estas expresiones aparentemente sencillas tienen un peso cultural y religioso en cada idioma y país.

«Bye» -considerada una forma abreviada informal de Goodbye– tiene una historia más profunda ligada al sentimiento religioso. Sus raíces se remontan a la frase inglesa del siglo XIV «God be with you« (Que Dios te acompañe), un sincero deseo de protección divina cuando alguien se marcha. Los estudiosos afirman que la palabra adiós debutó en 1573, cuando el escritor inglés Gabriel Harvey la utilizó en una carta bastante juguetona,

«Para recompensar tu galón de godbwyes, te regalo una olla de howdyes«.

Este «godbwye» era en realidad una forma abreviada de la frase «Que Dios os acompañe», una despedida común. Con el tiempo, «good» sustituyó a «God», muy probablemente debido a su presencia en saludos como «good day»( buen día) y «good evening» (Buenas tardes).

Este origen resuena con despedidas similares en toda Europa, como el «adieu» francés, el «adiós» español y el «addio» italiano, todos ellos derivados de frases latinas que significan «a Dios te encomiendo».

Estas conexiones lingüísticas subrayan la influencia común de una cultura religiosa compartida: el cristianismo.