Philip Kosloski y Patty Knap / Aleteia
Confesar los pecados a un sacerdote a veces puede ser abrumador. Especialmente si no has acudido a la confesión en muchos años; puede parecer sobrecogedor enumerar tus pecados al sacerdote.
Los detalles no son necesarios
Sin embargo, una de las cosas que puede hacer que la confesión parezca abrumadora es, en realidad, un concepto equivocado: no se te pide que le digas al sacerdote cada detalle vergonzoso de tus pecados. De hecho, es mejor no hacerlo.
En la mayoría de los casos, no es necesario que des largas explicaciones. Un sacerdote sugiere que seas lo más sencillo posible. Dice que algunas personas sienten que deben dar todo tipo de detalles sobre sus pecados particulares. No hay nada de malo en eso, dijo, pero no es esencial.
Uno puede simplemente mencionar la categoría del pecado, y ser absuelto completamente de todos los pecados veniales.
Guía de pecados
Este sacerdote ofreció esta lista como guía, diciendo que contiene el 90 % de las cosas que el 90 % de la gente acude a confesar el 90 % de las veces. Puedes llevar esta lista contigo cuando te confieses, y añadir cualquier otro pecado que te venga a la mente:
No he amado a Dios con todo mi corazón y con toda mi alma.
He puesto a personas o cosas en mi vida por encima de Dios.
He sido irrespetuoso con mis papás o autoridades legítimas.
He usado el nombre de Dios en vano.
He provocado un escándalo sobre Dios o la Iglesia a través de mi mal ejemplo como cristiano.
He sido orgulloso.
No he sido amable con todos en mi vida.
He sido impaciente con la gente en mi vida.
He dejado que la ira se apoderara de mí.
He juzgado.
He tenido malos pensamientos.
He impedido artificialmente el deseo de Dios de crear vida.
He tenido pensamientos o imágenes impuros que cosifican a hombres o mujeres.
Me he excedido con la comida o la bebida.
He abusado de las drogas.
He mentido.
He sido envidioso de lo que otros tienen.
No he sido agradecido por todos los dones que se me han dado.
¿Qué dice el Código de Derecho Canónico?
Al mismo tiempo, el Código de Derecho Canónico establece que:
«El fiel está obligado a confesar según su especie y número todos los pecados graves cometidos después del bautismo y aún no perdonados directamente por la potestad de las llaves de la Iglesia ni acusados en confesión individual, de los cuales tenga conciencia después de un examen diligente»
Esto significa que cuando tienes conocimiento de un pecado mortal (grave), debes nombrar ese pecado y cuántas veces lo cometiste. Por ejemplo, si has cometido adulterio, debes decirle al sacerdote cuántas veces. Si has cometido un pecado grave varias veces y no sabes el número, simplemente puedes decir «muchas», «varias» o «demasiadas para contar».
No compliques algo que, en esencia, es hermoso
La confesión no debe ser complicada, y si te estresas demasiado, intenta simplificarla y no te preocupes por los detalles exactos cuando se trata de pecados veniales. Incluso con los pecados mortales, si es un pecado habitual que has cometido varias veces, solo da una aproximación de la cantidad de veces.
La reconciliación es un sacramento hermoso, en el que el alma se pone en paz por la misericordia de Dios. Si te está frenando lo que percibes como algo complejo, simplifica. No dejes que algo trivial te impida ser acogido por los brazos amorosos de Dios.