Palestra / San Luis Potosí
La Dra. Sarah Antonieta Navarro Sánchez, Directora de la Clínica Psiquiátrica “Dr. Everardo Neumann Peña”, detalló que el síndrome de Burnout, también es conocido como un síndrome de desgaste profesional, síndrome del quemado o de fatiga en el trabajo y fue declarado en el 2000 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un factor de riesgo laboral, debido a su capacidad para afectar la calidad de vida, salud mental y física del individuo que lo sufre.
Una persona afectada con este padecimiento posiblemente dará un servicio deficiente a los clientes, será inoperante o se ausentará más que el promedio, exponiendo a la organización a pérdidas económicas y fallos en alcanzar metas, como factores de riesgo para desarrollar este padecimiento se encuentran además del estrés, los componentes personales: la edad, el género, variables familiares, personas competitivas o perfeccionistas; la inadecuada formación profesional y los factores laborales, sociales y/o ambientales.
Dentro de los primeros encontramos condiciones deficitarias en cuanto al medio físico, entorno humano, organización laboral, bajos salarios, sobrecarga de trabajo, escaso trabajo real de equipo. En los sociales, nos referimos a la necesidad de ser un profesional de prestigio a toda costa, para tener una alta consideración social y familiar y así un alto estatus económico y en los ambientales, son aquellos cambios significativos de la vida como la muerte de familiares, matrimonios, divorcio, nacimiento de hijos.
Se recomienda buscar ayuda cuando presente cansancio o agotamiento emocional, que es la pérdida progresiva de energía; despersonalización sobre el malestar sentido por el individuo y abandono de realización personal. El inicio del síndrome suele ser gradual y puede estar acompañando al mismo la negación, aislamiento, ansiedad, miedo, sobrecarga laboral, sentimientos de tristeza, irritabilidad, culpa y consumo de sustancias con deterioro en la salud.
Finalmente, Navarro Sánchez, indicó que el tratamiento consiste en implementar estrategias que permitan modificar sentimientos y pensamientos referentes a los tres componentes del síndrome a fin de mejorar el proceso personal de adaptación de las expectativas personales a la realidad cotidiana, para así equilibrar las áreas laboral, social y familiar.