Palestra / San Luis Potosí
La crianza positiva es el conjunto de prácticas de cuidado, protección, formación y guía que ayudan al desarrollo, bienestar y crecimiento saludable. Permite establecer límites y normas dentro de un contexto afectivo, donde el diálogo constante, la comprensión, el respeto y los acuerdos son los pilares de la relación madre-padre-hijo y los medios más efectivos para lograr que tanto las niñas como los niños sean colaboradores, considerados y responsables de sus actos.
La L.E. Amalia Berenice Fraga Ponce, Responsable Estatal de Capacitación en la Infancia de los Servicios de Salud del Gobierno del Estado, aconsejó que como madres, padres o personas cuidadoras se debe de guiar a niñas, niños y adolescentes para que aprendan a distinguir entre lo que está bien y lo que está mal y de esta manera tenga el conocimiento para saber cómo manejar sus emociones y conflictos a fin de favorecer el sentido de responsabilidad y el respeto a las normas sociales y culturales.
Aclaró, que algunas prácticas de crianza basadas en el miedo y la imposición pueden tener efectos físicos, psicológicos y sociales los más frecuentes son la baja autoestima, sentimientos de soledad y abandono, generación de más violencia, ansiedad, angustia, depresión y/o trastornos de identidad.
Fraga Ponce, indicó que las niñas y los niños que viven bajo una crianza positiva desarrollan habilidades de socialización a una edad más temprana, gracias al contacto e intercambio que tienen con sus pares y con sus cuidadores y esto les permite, desde los primeros años de vida, ir entendiendo y reconstruyendo las reglas de la vida social y cultural de su comunidad, sentirse más seguros para relacionarse con otros niños y niñas y mostrarse menos agresivos.
La especialista recomendó algunas buenas prácticas de crianza positiva, como son, el pasar tiempo con hijas e hijos; conocer su vida y comprender su conducta; construir acuerdos y normas claras; límites libres de golpes y humillaciones; tener expectativas de acuerdo con sus capacidades: tener apertura para la comunicación y/o reaccionar a sus comportamientos aplicando medidas adecuadas y ofreciendo explicaciones para su entendimiento.
Asimismo hizo un llamado para recordar que las niñas, niños y los adolescentes tienen los mismos derechos humanos generales que los adultos, y también derechos específicos derivados de sus necesidades especiales y que no hay que olvidar que son seres humanos con el mismo estatus que todos los demás miembros de la familia, por lo que no se les debe demeritar ni bajar su autoestima, al contrario, hay que guiarlos en el amor, respeto y entendimiento, concluyó Amalia Berenice Fraga.