Palestra / Editorial
Las respuestas epistolares del debilitado alcalde de San Luis Potosí, Enrique Galindo Ceballos, al popular gobernador Ricardo Gallardo Cardona, dan cuenta de lo roto que está el diálogo directo entre ambas autoridades.
Los dos más recientes desencuentros y la forma en que Galindo intentó afrontarlos, son el ejemplo más claro de lo desgastada que está una relación que inició a tambor batiente, porque a diferencia de sus antecesores, Gallardo no ha dejado a Galindo moverse a sus anchas por la capital; por el contrario, un día sí y otro también anuncia y lleva a cabo obras que terminaron por eclipsar el programa de Vialidades Potosinas, que es lo que mejor ofrece el edil a los habitantes capitalinos.
Vialidades Potosinas es un agresivo programa de pavimentación de calles y avenidas, que arrasa con árboles en detrimento del medio ambiente. Además, ha sido cuestionado por el Congreso del Estado porque no es un plan integral de movilidad, sino de cemento, que hizo a un lado a los ciclistas y a los peatones, entre otros defectos de origen que nunca fueron corregidos por Galindo, empecinado en mantener a pie juntillas sus planes originales de desarrollo para la ciudad.
Por su lado, las obras de Gallardo también carecen de estrategias ambientales, pese a ser un gobernador del PVEM, pero sus recursos son más cuantiosos que los de Galindo y da la impresión de haber hecho dos o tres veces más que Galindo en la capital. La competencia es desigual, y si la elevamos al plano político, tiene todas las intenciones de ganarse a los capitalinos y arrebatarle al diezmado Va por México (PAN, PRI y PRD) la joya de la corona estatal: la capital, alguna vez gobernada por el padre de mandatario potosino, Ricardo Gallardo Juárez, quien no pudo refrendar la confianza de los votantes y lo echó de Palacio Municipal el ya olvidado Xavier Nava Palacios.
En pocas palabras, está en curso la guerra de baja intensidad para las elecciones de 2024.
Quitarle la delegación de Villa de Pozos a la capital, con la solicitud de municipalización apoyada por Gallardo, es uno de los pasos más decisivos para el góber y su grupo político. Con un Congreso dócil, se prevé que sea un hecho elegir a un alcalde o alcaldesa en ese territorio que sería el municipio 59 de San Luis Potosí, el próximo año. Obviamente Gallardo no va a permitir que ahí gobierne alguien que no sea de su partido; por lo tanto, adiós votos y presupuesto para la oposición.
Ese caso demuestra sin tapujos que Gallardo se le sabe imponer a Galindo, con éste último como testigo mudo que, con tal de no entrarle al toro, prefiere perder la plaza, lo que habla de pusilanimidad política. El significado de esta palabra es: «Que muestra poco ánimo y falta de valor para emprender acciones, enfrentarse a peligros o dificultades o soportar desgracias». Galindo aún tiene la esperanza de no romper con Gallardo, pero el gobernador no se anda por las ramas y todo el tiempo lo pone contra la pared.
Las tibias respuestas de Galindo son significativas. Sobre todo porque dejan ver que baila al son que le toque Gallardo. Así, cuando lo presionó para hacer cambios en el Interapas, corrió al anterior director y aunque tardó mucho, puso a otro nuevo. A final de cuentas, dio lo mismo, porque para Gallardo, el servicio del Interapas «es una porquería». Y no le falta razón, muchos capitalinos y soledenses piensan lo mismo, de modo que Galindo fracasó en su intento de que el «Nuevo Interapas», no lo sea solo de dicho, sino de hecho.
Cuando Gallardo dijo que Soledad de Graciano Sánchez, su bastión político, estaba en el olvido por el Interapas, de volada el organismo paramunicipal se puso a trabajar en ese municipio con Galindo a la cabeza. Y todavía hoy, a diario el Interapas informa de obras y acciones en el municipio gobernado por la verdeecologista Leonor Noyola, pero sin convencer.
El que Gallardo se haya quejado de que Galindo no le abandera sus obras con policía vial, es el menor de los reproches, pero no pasaron ni 24 horas cuando Galindo estaba ofreciendo colaboración.
La verdad en la capital hay muchas inconformidades y problemas pendientes por resolver, así que la recomendación más sensata, es que usted le haga llegar sus reclamos al gobernador y Gallardo se haga cargo de echárselos en cara a Galindo para que éste, muy modosito, les dé solución. Al parecer es la vía que tenemos para que las cosas se hagan en la «Capital del sí»… del sí a lo que diga Gallardo.