Sáb. Nov 2nd, 2024

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Xantolo es la fiesta del Pueblo Huasteco a los muertos, donde las comunidades participan de tradiciones llenas de sincretismo y mediante las cuales se vive fervientemente la gran celebración de Todos los Santos en la región Huasteca de México, que comprende zonas de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Puebla e Hidalgo, incluso de Querétaro y Guanajuato. Uno de los referentes de mayor difusión de la fiesta es la Parranda o Comparsa de Huehues.

El Huehue, una palabra de origen náhuatl que significa viejo o anciano, se relaciona con la sabiduría obtenido a lo largo de los años y con las personas sabias de las comunidad quienes el 31 de octubre pueden identificar a sus vecinos vivos y muertos, cuando el portal celestial se abre para la visita de la ánimas.

Tradicionalmente, los Huehues son personas que se caracterizan con trapos, hojas de plátano, ramas y cubren sus rostros con pieles, conchas y cuernos de animales. La vestimenta es para proteger a la persona mayor de cualquier venganza de alguna ánima maliciosa, pues una de sus funciones es recorrer las casas y atraer a las almas perdidas de los seres queridos para encaminarlas a los arcos de sus familiares, que son estructuras que acompañan a los altares de muertos, y a la vez, alejar del pueblo a aquellas ánimas no gratas.

Por esas razones no se quitaban el atavío hasta el 4 de noviembre, después de una barrida o limpia con limonaria y un sahumerio, un incienso a base de hierbas secas, con copal para despojarse finalmente de su gran escudo: su máscara. El Huehue se mantenía bailando del 31 de octubre al 4 de noviembre, alimentándose de las ofrendas y aguardiente de los altares de cada casa que visitaba.

Otra versión sobre los Huehues se fue desarrollando con el sincretismo del periodo colonial cuando se proveía de ropas de difunto a algún mozo para que se vistiera y representara a la persona difunta de la casa a la que se rendía homenaje y para ser recordada durante la temporada de Todos los Santos. 

Actualmente a los huehues se les encuentra en toda la huasteca, donde destacan principalmente tres diversos estilos de Huehues del 31 de octubre al 2 de noviembre, dependiendo de la zona de la Huasteca que se visite. Los considerados como de mayor colorido y tradición se suelen encontrar en el municipio de San Vicente Tancuayalab, en San Luis Potosí, que muestran además una influencia del carnaval veracruzano cuyas raíces son afromexicanas, así como los municipios potosinos de San Martín Chalchicuatla y Chapulhuacanito. Cada región y comparsa cuenta con sus propias raíces, rituales, nombres, significados, vestuario, máscaras y música, con la que interpretan sus características danzas.

Comparsa o parranda de Huehues

San Vicente Tancuayalab

Los Huehues de esa región se caracterizan por vestuarios muy coloridos y mascaras artesanales de madera del árbol de pemoches o pemuches y tradicionalmente son acompañados musicalmente por tríos de huapangueros de la región. En la comparsa se presentan siete personajes esenciales que son acompañados por otro más y diversos, incluidas versiones de La Catrina con vestimenta huasteca.

Los personajes son el Vaquero, que es el jefe de la comparsa que lucha contra las fuerzas del mal, representadas por las interpretaciones del Toro y el Diablo, quien con su chirrión (látigo) encamina las almas al inframundo. También participan la Muerte y el Viejo, éste último el sabio portador del conocimiento, además del “Indio” que mantiene la presencia de los pueblos originarios e indígenas a pesar del sincretismo de la festividad. Además de la Mujer, un personaje que representa a quien da el fruto y a la madre tierra. 

Comparsa de coles y comanches

San Martín Chalchicuautla

En esta región los personajes se relacionan con los integrantes de una familia. La Mamanina como la mamá del pueblo y el Cole como el padre, siendo éste a la vez el personaje principal de la comparsa. El vestuario del Cole incluye pantalones y saco muy grandes, una máscara de piel de animal y un palo de lluvia como bastón de mando. También participan los Viejos, hijos del cole y la mamanina que portan máscaras de madera o de lámina, así como el nieto del cole llamado Cominito, con traje y calzón de manta tradicional montado sobre un caballo de madera. Por su parte, los comanches usan un penacho, cascabeles o fichas de lámina para representar a guerreros y defensores de los malos espíritus.

Al igual que en San Vicente Tancuayalab, se interpreta al Diablo y a la Muerte. Sin embargo, el primero usa en este caso una máscara negra con cuernos pero también con lengua y orejas de toro, y sólo representa al mal; mientras que la segunda realiza la tarea de conducir a los vivos a la vida eterna, una tarea asignada para el diablo en las comparsas o parrandas de Tan Kwayabláb (lugar del bastón en Teenek).

Chapulhuacanito

La localidad de Chapulhuacanito se ubica en el municipio de Tamazuchale, en la zona sur de la Huasteca y a menos de una hora a pie de San Felipe Orizatlan, ya del estado de Hidalgo. En sus representaciones, los diablos dirigen la parranda o al llamado grupo de disfrazados. A diferencia de otras interpretaciones, en esta llevan traje elegante, corbata, una pañoleta con la imagen de la Virgen de Guadalupe mexicana para protegerse de los malos espíritus, y una impresionante máscara de vaqueta (la capa más externa de la piel vacuna) en color negro. El resto de los integrantes llevan máscaras de madera pintadas para caracterizarse como coles (hombres) con atuendos tradicionales de manta o como viejas (mujeres) con faldas floreadas y rebozo.

Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos

Las festividades forman parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO desde 2003, y celebran el retorno temporal a la tierra de los familiares y seres queridos fallecidos. Para facilitar el viaje de las almas se colocan ofrendas con velas, flores y comida que fue favorita de la persona a la que se honra con un altar familia o directamente en la tumba.

Las fiestas se realizan anualmente a finales de octubre y principios de noviembre, un periodo que marca el final del ciclo anual del maíz, un cultivo predominante en México e identitario en América, por lo que también se relaciona con la dualidad de la abundancia o las dificultades. Las festividades son una de las muchas prácticas indígenas dedicadas a los muertos y está presentes entre todos los pueblos originarios del país. Incluso forman parte de procesos sociales y políticos, como ocurre con el cambio de Fiscal del Panteón y la entrega del Bastón de Mando en Xantolo. Su prevalencia es tal que se han extendido a los contextos urbanos y se ha consolidado como un emblema de México.

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