Mié. Nov 6th, 2024

Héctor U Tello B. / Palestra

Eran 7 enanos y una princesa pétrea; entonces uno de ellos se paró y se dio cuenta que podía caminar, se hizo más grande…mientras (los demás) lo veían atónitos.

No sé porqué se me vino a la mente quizá el cuento más chingón que he leído en mi vida: «El Inmortal» de Jorge Luis Borges.

El ministro Pérez Dayán argumentó que no podía ir en contra de lo que siempre había manifestado, que la Constitución no puede ser motivo de un amparo, así está establecido y así lo ha sostenido cuando se han tocado impugnaciones (que es otra figura) o amparos improcedentes.

Privó un poco de decencia en él.

Luego, Norma Piña trató inverosímilmente de argumentar que la mayoría calificada de 11 son 6 y no 8. Es decir, promover otra ilegalidad más sobre un escenario ilegal.

¿Qué estamos discutiendo si la reforma judicial no es reforma ya, sino Constitución?

Vuelvo a recordar: el 50% de magistrados, jueces y ministros tienen metido en la nómina judicial a hermanos, amantes, tíos, padres, sobrinos y más.

No existe la carrera judicial, ellos determinan la carrera judicial de los suyos.

Los privilegios que tienen son aberrantes comparados contra el promedio de mexicanos trabajadores.

Han liberado a cientos de narcotraficantes por décadas (por falta de pruebas o un indebido proceso).

El primer domingo de junio del 25 se votará por la mitad de jueces, ministros y magistrados de este país.

En el cuento de Borges el inmortal (una especie de troglodita), tenía el conocimiento del mundo, solo que lo había olvidado al vivir por centurias entre los mismos.

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