Jue. Ene 2nd, 2025

UNAM / México

El solsticio de invierno marca el principio de la temporada invernal para los habitantes del Hemisferio Norte del planeta, mientras que del otro lado, en el Hemisferio Sur, los pobladores están en pleno verano. Las estaciones del año son resultado del movimiento de traslación de la Tierra, por el cual nuestro mundo gira alrededor de Sol en un tiempo equivalente a un año.

Del culto al Sol a la Navidad
Cada pueblo le ha dado un significado especial al solsticio de invierno. Los antiguos romanos celebraban este acontecimiento astronómico mediante las fiestas saturnales, donde agradecían a Saturno, dios del tiempo y la agricultura, el fin de los trabajos del campo.

Para los mexicas y otros antiguos habitantes de nuestro territorio, el fenómeno era motivo de temor. Ellos veían con horror que el Sol, su dios dador de vida y símbolo del movimiento, permanecía quieto en ese momento y temían que dejase de alumbrar.

Jesús Galindo, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, dice que si uno mira la salida del Sol todos los días durante un año, los resultados serán iguales a los del mexica conocedor de las cosas del cielo:

«Cada día el Sol sale en una posición diferente y así va moviéndose de norte a sur y viceversa en el transcurrir de un año. A medida que se acerca la temporada invernal, visto desde el Valle de México, la estrella sale más hacia el sur del horizonte hasta que entre el 21 y 22 de diciembre se localiza en el extremo sur del cielo.»

Cuando el Sol alcanza tal posición ocurre el fenómeno astronómico conocido como solsticio de invierno. Y aunque las horas de luz y oscuridad varían cada día, durante este evento es más notorio que la noche es mas larga que el día. Además es perceptible aquello que horrorizaba a los antiguos mexicanos.

«Conforme el solsticio está cerca parece que el Sol dejara de moverse. Desde luego, el astro nunca se detiene, sin embargo, los ojos que siguen al Sol en los días previos al solsticio registran una aparente quietud. Para los mexicas, la esfera solar era la más clara manifestación del movimiento, entonces sentían un gran temor de que pudiera detenerse algún día.»

Pensaban que debían alimentarlo para que siguiera su tránsito regular. De ahí los sacrificios humanos, que en la mentalidad mexica representaban una ofrenda al dios Sol, una forma de alimentar su movimiento.

Pero el «camino» del astro por el horizonte es pura ilusión. Él es un objeto inmóvil con respecto a la Tierra; ésta es la que gira a su alrededor y nosotros, igual que los pobladores del pasado, nos quedamos con la sensación del continuo ir y venir de nuestra estrella.

Esta ilusión dio origen a los calendarios, ciclos agrícolas, edificios arquitectónicos orientados a la posición solar y las fiestas religiosas.

Según un cronista del siglo XVII, los mexicas conmemoraban el descenso de Huitzilopochtli (dios de la guerra y personificación del Sol) durante el solsticio de invierno. El avance del cristianismo acabó con esta celebración para dar paso a la Navidad. En conclusión: el nacimiento de Jesucristo reemplazó el nacimiento del Sol.

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